El inicio de una ola de aumentos en los servicios a partir de hoy causa un profundo desorden en la economía, obligando a los hogares a realizar ajustes significativos en sus presupuestos para hacer frente a las nuevas tarifas. Este incremento afecta a servicios esenciales como gas, agua, luz, transporte, comunicaciones, combustibles, prepagas, colegios, y resulta desproporcionado en relación con los salarios de la población.

El gas experimenta uno de los aumentos más significativos, con la posibilidad de triplicar su valor en las facturas. Este incremento se justifica por la eliminación de subsidios y la aplicación de una lógica fiscalista por parte del gobierno, que busca obtener superávit en las cuentas públicas a costa de los consumidores. Por otro lado, las tarifas de agua también registrarán aumentos pronunciados, con propuestas de incrementos del 209% en el área metropolitana.

La electricidad, por su parte, sufrirá el impacto de una nueva fórmula de indexación mensual que combina diversas variables, lo que se traduce en un aumento significativo en las facturas. Estos aumentos en los servicios públicos tienen un efecto devastador en el mercado interno, reduciendo el ingreso disponible de la población y afectando las ventas de las empresas.

Además de los servicios básicos, también se esperan aumentos en el transporte, con incrementos en el precio de los boletos de colectivo y tren que afectarán directamente a millones de usuarios diarios. Los combustibles también registrarán subas mensuales del 5%, impactando en la estructura de costos de la economía en general.

En resumen, este tsunami de aumentos en servicios esenciales tendrá consecuencias desgarradoras en los próximos meses, obligando a postergar consumos y proyectos personales para poder hacer frente a las tarifas cada vez más elevadas. Este sacrificio resulta injustificable si no se tiene en cuenta el afán por aumentar las ganancias de una minoría privilegiada.